domingo, 28 de octubre de 2012

Dos sensaciones, un mismo lugar

Cada casa (o la única casa) en la que hemos vivido, deja miles de experiencias y recuerdos inolvidables. Añorar un momento del pasado en el hogar suele ser algo típico. ¿Qué clase de recuerdos? Las vacaciones navideñas en familia, un domingo tranquilo en casa viendo alguna película, días de estudio cuando estabas en el instituto, fiestas “pijama” con amigas del colegio, locuras en tu apartamento de estudiante…Podría sacar una lista interminable de momentos que he vivido en mis diferentes casas (una vida entera), y podría dedicar un blog entero a hablar de cada una de las cosas que he pasado, buenas y malas, frías y cálidas, acompañada, sola, en otoño, invierno, primavera o verano...

He vivido en varias casas en mi infancia, en mi adolescencia, y en mi edad universitaria y adulta. Cada una ha significado algo para mi, y cada una representa una etapa en mi vida. Pero hoy quiero hablar de impresiones que deja un instante, o más bien dos instantes , en una misma casa. Hace tres años, mi apartamento me dejó estas dos. Dos fotografías en dos estaciones del año diferentes. La primera está tomada en invierno, y la otra en verano.

Desde mi ventana. Madrid 2009. Alba Castillo

Hablaré, en primer lugar, de la fotografía del invierno. Ahora que llega el frío, es bonito recordar los placeres que regala el aire frío del otoño y del invierno. Hace tres años, cayó en Madrid una nevada encantadora. Toda la capital estaba cubierta de nieve, y era algo asombroso porque esas nevadas suelen ocurrir fuera de la ciudad, en zonas más frías. Ver las calles con grandes capas blancas es algo apetecible en una gran ciudad de continuo estrés y trabajo. Hace desconectarte del movimiento rutinario y disfrutar de otras delicias de la vida. Sigues con tu día a día, pero la nieve le da un toque diferente a la jornada, y un paisaje mucho más bello. También es importante señalar que nevadas como esa no suelen ocurrir todos los años en Madrid ciudad, por lo que hay que aprovechar al máximo cuando tenemos la oportunidad de presenciarlas. Mi sensación era tan gratificante, que estar fuera o dentro de casa ese día era algo especial. Daba igual el lugar, lo importante era ver el paisaje nevado, lo importante era despertarte por la mañana y ver tras la ventana un nuevo día que te arropaba de nieve.

Las oportunidades que te ofrece un día nevado en una gran ciudad, fotográficamente hablando, son inmensas. Por eso tampoco pude desaprovechar la ocasión para revelar las calles del Madrid más blanco.

La segunda fotografía revela una tormenta de verano en 2010. También fue un día especial porque la época cálida quiso deleitar a la capital con una lluvia intensa. En esta ocasión, disfruté este fenómeno natural desde mi ventana, pero una ventana abierta de par en par mientras yo, como una loca, intentaba capturar una foto en la que se viera algún rayo de todos aquellos que caían y que mi ojo era capaz de presenciar. Quería que mi cámara fotográfica captara el mismo instante que mis ojos estaban viendo. Y lo conseguí, conseguí mi ojo revelador. Capturé varias fotografías, pero esta era la mejor: un rayo asaltando las Torres de Colón. Mis padres me acompañaban en esta noche de verano, y mi padre disfrutaba junto a mi de la lluvia y de la posibilidad de dejarlo grabado para siempre.
Desde mi ventana. Madrid 2010. Alba Castillo

Son momentos mágicos que se quedan grabados para siempre. Ahora no tengo dos fotografías de dos instantes, tengo dos imágenes en mi mente que nunca se me van a olvidar, y tengo además dos fotografías que me recuerdan esos felices tiempos que he vivido en un lugar especial con personas especiales.

sábado, 20 de octubre de 2012

El ojo revela "en rosa"

Con motivo del Día Mundial contra el Cáncer de Mama, el Ojo Revelador ha querido sumarse a esta causa captando el rosa más esperanzador y significativo, un rosa que muestra su apoyo incondicional a todas aquellas mujeres que han padecido o padecen esta enferemedad.

El Ojo Revelador se ha trasladado hasta el Palacio de Comunicaciones y a la emblemática diosa Cibeles que ayer, día 19 de octubre, se iluminaban de color rosa para expresar la solidaridad de la capital. Pero no sólo Madrid se ilumina por una buena causa. Simbólicos lugares de todo el mundo se vuelven de color rosa por un día. Aquí os dejo algunos ejemplos de muchos ojos reveladores que han querido dejar memoria, no sólo de una simple fotografía de algo que se ilumina de un color específico, sino de lo que ese símbolo representa y de lo que se esconde detrás del rosa de la fotografía.

Espero que os guste. Saludos de un Ojo Revelador sumado a la causa ;)


Palacio de Comunicaciones de Madrid. Alba Castillo. 2012

Plaza Cibeles. Alba Castillo. 2012

Fuente de Cibeles. Alba Castillo. 2012

Fuente de Cibeles. Alba Castillo. 2012

















Estatua Cristo Redentor. Río de Janeiro (Brasil)

Jerusalén (Israel). Kabi Gideon. 2010

Buckinham Palace, Londres.
Empire State Building. Nueva York.


10 Downing Street

White House (2011). AP

Parlamento Ottawa. The Canadian Press. 2010

Cataratas del Niágara. 2010

sábado, 13 de octubre de 2012

New York, New York...


Hoy ha vuelto mi hermana de sus vacaciones románticas en Nueva York. Me han venido los recuerdos de hace un año, cuando yo tuve la oportunidad de visitar una de las ciudades más célebres y cosmopolitas del mundo. Como siempre, fui con una guía muy bien estudiada, y como es costumbre…mi soledad me acompañó (aunque no quiso quedarse y al segundo día me abandonó). Conocí gente, visité lugares y viví experiencias inolvidables. A pesar de eso, hoy he sentido nostalgia y envidia (pero envidia sana). ¿Por qué? ¿Será la compañía? ¿El dinero? ¿Las circunstancias? Quizás un poco de todo.

Nueva York. Alba Castillo

Evidentemente, hay muchos tipos de viajes (románticos, de amigos, de negocios, para aprender un idioma, turismo solitario…). Cuando fui a Nueva York sentía la necesitad de fotografiar todo lo que me rodeaba. Quizás en las fotografías se viera todo mucho más bonito de lo que era en realidad (como pasa con las películas).  A la segunda semana ya estaba saturada de esa gran ciudad, del alboroto, de la gente, del ruido, de sus costumbres, de su comida… ¡Qué estrés! Sin embargo, ahora observo mis fotografías y lo echo de menos. Supongo que suele pasar con todo.

Desde Brooklyn. Alba Castillo
Cuando me fui de Nueva York, muy contenta de volver por fin a casa, me prometí volver…Algo contradictorio. Pero no, no es contradictorio. En primer lugar, fui en verano, y me prometí volver en una de las fechas más señaladas que se puede vivir en una ciudad como esa: la Navidad, y con ella el invierno, la nieve, el ambiente navideño, el frío…No puede haber más encanto en Nueva York que vivir allí la época navideña. Por otro lado, fui sola y a aprender inglés. Me apunté en mi lista de cosas pendientes para mi futuro regresar acompañada, pero para hacer un viaje romántico. Nueva York puede cambiar mucho de ir sola visitando la ciudad con gente que has conocido hace 2 días, que con tu pareja haciendo planes románticos y haciendo todo lo que os apetezca en el momento que os apetezca. Y por último, mi economía no es que fuera muy abundante, y eso limita las cosas, teniendo en cuenta que Nueva York es una gran ciudad, con mucho que hacer, muchos sitios que visitar y para ir de compras.

Pero hablaré de mis experiencias fotográficas, de mi ojo revelador. Puedo recordar el día que visité la Estatua de la Libertad, uno de los iconos más famosos de nuestros tiempos. Indudablemente, estamos hablando de la Estatua de la Libertad, no hay más que decir. Es una visita esencial y que esperas con todas tus ansias. Estamos acostumbrados a ver este referente por la televisión, en los libros, en películas…El momento en el que tienes la oportunidad de estar en frente de algo así se hace asombroso, difícil de creer (aunque cuando te acercas vas volviendo a la realidad y te das cuenta que las cosas a veces se ponderan). Por este motivo, mi cámara fotográfica y mi dedo no podían dejar de trabajar juntos capturando desde todas las perspectivas y todos los ángulos, desde varios kilómetros de distancia hasta que llegué a su cabecita. 

Estatua de la Libertad. Alba Castillo
 Cuando llegué al hotel y mis colegas los alemanes me sugirieron ver las fotos en el ordenador, me di cuenta de que quizás me había pasado un poco fotografiando a la amiga libertad. Las fotografías no acababan. Era una progresión de capturas desde lejos pero que con cada una se iba acercando más y más a la estatua, hasta llegar a un punto en el que mi objetivo no podía llegar más cerca, a su pupila. Las perspectivas, los enfoques…Creo que no me faltó nada por fotografiar. Por esta razón, cuando empezamos a ver que eso no acababa y que no faltaba detalle por enseñar, los alemanes empezaron a bromear, se miraron, nos miramos, y a partir de ahí empezó una tarde de risas interminables de la que era difícil parar. Estuvimos diez minutos sin poder hablar, ya que la risa nos lo impedía, llorábamos desesperadamente de la risa, y dijeron que me había enamorado. 

Estatua de la Libertad. Alba Castillo
Con esto quiero decir que a veces tenemos las cosas sobrevaloradas y nos impactamos (fotográficamente hablando) ante lo que tenemos delante. Queremos sacar lo mejor y más y más para tener ese recuerdo siempre. Pero en ocasiones tres fotografías son suficientes para  quedarte con el recuerdo y tener una buena captura. Nos deslumbramos y nos quedamos ciegos. Aún así, tengo que decir que estoy muy contenta con todas las fotografías que guardo de ese día.

Central Park. Alba Castillo
Mi ojo revelador en Central Park: En un lugar tan apartado del ruido, lo que puedes ver es sencillamente a gente que disfruta de esa tranquilidad. Por eso, lo que apetece fotografiar de ese lugar es la paz, la serenidad, el sosiego… ¿Cómo? Ya no sólo es el encanto de lo “verde”, algo mágico en una ciudad industrial, sino más importante: la gente. Las personas van a disfrutar de algo que no les permite la Gran Manzana, y es un gusto poder fotografiar esas esencias, además de la naturaleza y el aire fresco que te blinda el lugar. Un paraíso dentro de un caos.
Músico en Central Park. Alba Castillo
 
Times Square. Este reflejo constante de luces e iconos tiene un toque de encanto para la fotografía. Fotografiar luces, colores, destellos… Algo que te da mil opciones para experimentar y trastear con la cámara, y que además permite resultados asombrosos. Esto lo demuestran todas las fotografías de la Historia. Times Square y los taxis amarillos son otros de los principales iconos de Manhattan y también los más fotografiados. 

Times Square. Alba Castillo

Desde el Empire State Building. Alba Castillo
Los rascacielos. No podemos irnos de Nueva York sin fotografiar esos altos y rectilíneos edificios que desean llegar al cielo con sus múltiples pisos (una arquitectura de la segunda ola).  Para mi, las mejores fotografías que pude sacar de Nueva York fueron las vistas nocturnas que me permitió el Empire State Building desde su más alta visión. La perspectiva de Nueva York desde lo alto del emblemático edificio de King Kong es asombrosa. No son solo las luces de la ciudad, es un encanto que va más allá, que nos demuestra de lo que es capaz de construir el Hombre. 


Nueva York desde el Empire State Building. Alba Castillo
Luces de Manhattan desde Brooklyn. Alba Castillo

Brooklyn. Además de fotografiar sus calles y sus vecindarios, la vista que te ofrece este barrio de Manhattan es también digno de archivar. Estás fuera del bullicio central de la ciudad, pero puedes seguir disfrutando de sus vistas.

Y además de todo esto, la Gran Manzana ofrece muchísimas alternativas, más allá de lo típico. No hay por qué ilustrar los famosos iconos de una gran famosa ciudad. Dejemos también sitio para aquellos lugares más olvidados, los rincones más lejanos y desprovistos. Demos rienda suelta a la imaginación, porque incluso podemos llegar a conseguir resultados mucho mejores y originales. Por lo pronto os dejo con estas experiencias de mi ojo revelador, y quién sabe si en un futuro podré dotar a este blog de mis vivencias y fotografías de un Nueva York navideño…

Nueva York. Alba Castillo
Times Square. Alba Castillo

Central Park. Alba Castillo

Central Park. Alba Castillo

miércoles, 10 de octubre de 2012

Dos fotografías, una historia


Sharbat Gula. Steve McCurry
En junio de 1984, Steve McCurry fotografió a una niña afgana en un campamento de refugiados, en Nasir Bagh (Pakistán), durante la guerra contra la invasión soviética. Sus padres habían muerto durante los bombardeos de los soviéticos a Afganistán y había tenido que huir junto a su abuela y su hermano.
En 1985, se convirtió en la portada más famosa de una de las revistas de mayor difusión del mundo, hasta el punto que se recibieron más de 2.000 cartas de lectores interesándose por la vida de la niña. Años después, McCurry comenzó la búsqueda de la niña de quien ni tan siquiera sabía el nombre. Las  posibilidades de encontrarla eran muy escasas, sobre todo en un país azotado por el régimen talibán y la campaña militar de EE.UU. Aunque sus numerosos viajes a la zona habían resultado en vano, el fotógrafo no ser rindió. Tras una intensa búsqueda de más de 17 años, McCurry, con la ayuda del FBI, la encontró en enero de 2002 en una aldea remota de Afganistán, convertida en una mujer tradicional pastún de 30 años, casada y madre de tres hijos. Su nombre era Sharbat Gula y nadie más la había fotografiado nunca.
Sharbat Gula. Steve McCurry
La primera imagen de 1984 ha pasado por un proceso de producción y distribución masiva que ha hecho que la fotografía despierte el interés del mundo entero y del fotógrafo que la vuelve a buscar.  Llegados a este punto, puedo afirmar el poder de la fotografía, cómo una captura tomada en un momento y lugar precisos en el tiempo puede conmover al mundo a través de lo que expresa, de lo que se esconde detrás del ojo revelador del fotógrafo. En este caso, la expresión de la mirada es el eje central de la fotografía, es el impulso de la triste historia que se oculta.
La imagen ha experimentado una transformación simbólica bastante influyente en la sociedad, reflejo de la miseria y el sufrimiento del pueblo afgano. Se puede observar un cambio de la primera fotografía y la posterior que, aunque sea la misma expresión, no reflejan ni dicen lo mismo. En su rostro ya no brillan con la misma intensidad los ojos verdes que cautivaron al mundo. Su mirada refleja la dureza del mundo que le ha tocado vivir de hambre, guerras y pobreza. Ya no queda esa esperanza en sus ojos, aunque las emociones que expresaban en la primera fotografía siguen en ellos, un sentimiento de miedo y tristeza.
Es inevitable hablar de una fotografía tan influyente, aunque sea una  historia bien conocida por todos. Hablando a gran escala, mi blog trata sobre lo que expresa cada fotografía y, como he dicho tantas veces, sobre lo que se esconde tras el ojo revelador. Por esta razón, no podía dejar a un lado una historia que refleja esta realidad, este sentimiento del que hablo. Nuca es sufiente para recordar... ¿Conocéis más fotografías influyentes en la Historia que hayan llegado a tal punto de conmoción?

domingo, 7 de octubre de 2012

Y se hizo la luz...


En una casa en la que el sol no existe porque no tiene salidas al exterior, es muy fácil echar de menos la luz, incluso para alguien que admira el mal tiempo y la lluvia. Por este motivo, al igual que en otra entrada de mi blog hablaba del gozo de la lluvia, esta vez he decidido hacerlo de la luz.

La luz se puede disfrutar de muchísimas maneras. Una chimenea, un atardecer, un amanecer, velas, la luz de la primera mañana asomando por la ventana del dormitorio…El encanto que proporciona cada una de estas formas de luz puede ser muy enriquecedora, hermosa, y viva. 

Alba Castillo
Alba Castillo
-Chimenea: Esta manera de proporcionar luz, y que hemos conocido desde siempre, es especial: el fuego está representado, con sus llamas ardientes que nos calientan en los días de invierno. Momentos de encanto: la navidad, un romance, la familia…Pero si es en una velada romántica, ambos fuegos (el de la pasión y el que proporciona la chimenea) se vuelven asombrosos, llenos de seducción, atrayentes... En este caso no vendría mal añadir otro tipo de luz junto a la llama ardiente: unas velas que rodeen el ambiente. Mezcla perfecta: velas a la luz de la luna, una chimenea, una noche de pasión… ¡y que no falte la música!

Retiro. Alba Castillo
-Retiro, siete de la mañana. Enero. El césped está blanco, y no de nieve, sino de los restos del frío de la noche. Los pies no se sienten. Sólo hace faltan tres minutos para que tu cuerpo se quede sobrecogido en un lugar maravilloso y solitario. Empiezan a filtrarse los primeros rayos de sol del día. Los colores del entorno son cuatro matices de uno solo: cuatro tonalidades de un amarillo, anaranjado, y marrón. No es sólo la fotografía, es el momento real. Las hojas caen de los árboles como el sol ante nuestros pies. Es el instante perfecto para volver a casa.

Amaneciendo en el Retiro. Alba Castillo

Noche de luna llena. Alba Castillo
-Una pequeña lámpara encendida en una habitación acogedora y oscura: Una buena película, algún clásico de los de siempre.

-En la montaña, sin más luz que las estrellas y la luna, en una noche de verano, rodeado de mar, pero sólo puedes olerlo.  Mejor solo, o con una compañía especial y de confianza, una compañía de la que puedes disfrutar y hablar a través del silencio.

La luz de la luna. Alba Castillo

La lista de formas en la que podemos disfrutar de la luz podría ser eterna. Sin duda, a mi parecer, la mejor luz es la natural, aquella que nos regala el sol, sobre todo cuando se dispone a salir o a recogerse. La gente que haya tenido la suerte de viajar a los lugares más sorprendentes de la tierra habrán difrutado de los mejores amaneceres del mundo, en los sitios más exóticos e inimaginables. Seguramente esa sensación vivida a través de los ojos se quedará guardada en la memoria para siempre. A pesar de esto, no hace falta irse al fin del mundo para experimentar el gozo de la subida o bajada del sol. Yo os dejo algunos ejemplos.

Hyde Park. Londres. Alba Castillo
Bajada del sol en Venecia. Alba Castillo
Atardecer en Ceuta. Alba Castillo

Universidad Europea de Madrid. Alba Castillo
Universidad Europea de Madrid. Alba Castillo


Luces de Ceuta. Alba Castillo


Ceuta. Alba Castillo


Noche en Ceuta. Alba Castillo


Alba Castillo

Ceuta. Alba Castillo

Ceuta. Alba Castillo

Ceuta. Alba Castillo

Londres. Alba Castillo
Y vosotros, ¿qué forma de luz os gustaría experimientar y dejar capturado para siempre? ¿Guardáis algún recuerdo? ¿Y una foto?

miércoles, 3 de octubre de 2012

El ojo revelador de Gervasio Sánchez


En 2011 tuve la oportunidad de visitar en la Casa Encendida de Madrid una exposición de Gervasio Sánchez que me sorprendió. Siempre hablo de los sentimientos que transmiten las fotografías y el impacto que causan en nosotros, y por eso no puedo dejar de hablar de estos grandes trabajos que conmueven al mundo entero y a uno mismo.

"Desaparecidos". Gervasio Sánchez
Esta exposición llamada "Desaparecidos" recoge el trabajo del fotoperiodista sobre el tema de la desaparición forzosa, constituyendo uno de los proyectos más extensos y dolorosos entre todos los que ha realizado en sus años de carrera. No hay que olvidar muchos otros grandes trabajos de Gervasio Sánchez que han marcado a muchísimas personas. Han sido años de dedicación, de guerras, y de penalidades. Por eso no puedo dejar de admirar a gente que arriesga su vida por esta profesión, que es capaz de reflejar una realidad invisible para muchos, y que es capaz de captar a través de su ojo revelador una realidad tan dura. A mi me gusta hablar de cosas alegres, me gusta reflejar a través de la fotografía momentos inexplicables, momentos de armonía y paz infinita con la vida: instantes que capturas para guardar en el recuerdo como algo hermoso. Las fotografías de Gervasio Sánchez son un concepto contrario, pero es a la vez algo más valioso y esencial de enseñar al mundo, por muy doloroso que sea.  

Fotografía tomada en la exposición "Desaparecidos"
El proyecto "Desaparecidos" se desarrolló entre los años 1998 y 2010, y le ha hecho testigo de los principales conflictos armados,  reivindicando conceptos como la memoria, la verdad y la justicia en un mundo plagado de abusos injustos e intolerables. Esta serie de fotografías desvela inquietantes testimonios y nos muestra la lucha por rescatar del olvido la memoria de personas desaparecidas en diez países de América Latina, Asia y Europa. Gervasio Sánchez quiere hacernos testigos de esta tragedia, y por ello, con las fotografías aportadas en esta exposición, nos hace un recorrido que empieza por los centros de detención y finaliza con la entrega de restos a los familiares. 

Entre los comentarios y apuntes que tomé en mi visita a la Casa Encendida, tengo notas de algunos libros que se podían ver al incio de la exposición, libros como “Kosovo (crónicade la deportación)”, “Cinco años después”, Vidas minadas diez años”, “Niños dela guerra”, “La caravana de la muerte”, y “Sierra Leona”, entre otros.  
 
“Desaparecidos” constata, una vez más, la enorme vigencia de la fotografía documental como testigo de la realidad. También supone el afianzamiento de Gervasio Sánchez en ámbitos expositivos que, de forma progresiva pero decidida, han ido apostando por la incorporación de proyectos fotoperiodísticos a sus programaciones, ratificando, a la vez, el vigor de su dimensión artística y testimonial. (Sandra Balsells, comisaria).

La exposición comienza con la muestra de fotografías referentes a los centros de detención y tortura, lugar donde los grupos armados trasladan a la víctima secuestrada y la someten a torturas y tratos degradantes y crueles durante días, semanas o meses.  Entre estas víctimas figuraban interminables listas de hombres, niños y mujeres (estas últimas sufren continuamente agresiones sexuales y violaciones). Son numerosos los métodos y torturas crueles a los que se someten y de los que Gervasio Sánchez hacía mención en su exposición.
“Memoria” es la forma en la que los familiares intentan conmemorar  y hacer recuerdo de los desaparecidos. Muchos son los grupos organizados de familiares que intentan buscar verdad y justicia, y también muchos los monumentos creados en distintos países: en Argentina, el Parque de la Memoria recoge los nombres de miles de desaparecidos; en Chile, en Villa Grimaldi, aparecen los nombres de 226 hombres y mujeres ejecutados o desaparecidos; y en la localidad guatemalteca de Plan de Sánchez, los familiares dieron sepultura en el mismo lugar donde habían sido asesinadas las víctimas años antes, construyendo posteriormente una iglesia. Como dice Gervasio Sánchez: “los monumentos conmemorativos son el mejor antídoto contra la amnesia”.
"Desaparecidos". Gervasio Sánchez
Dentro de la parte “Memoria” que Gervasio quiere transmitir con este trabajo, es destacable también las fotografías que vi de los objetos que forman parte de ese recuerdo de los desaparecidos. El fotoperiodista muestra algunos de los objetos que los familiares conservan con devoción, ya que en muchos casos es lo único que les queda de ellos: relojes, libros, medallas, navajas…; además de fotografiar a los familiares que sostienen algunos de estos objetos. Siempre digo que cualquier cosa es digno de fotografíar, porque cualquier objeto de tu alrededor puede significar algo muy importante en tu vida, y ese algo lo quieres conservar siempre a tu lado. Entre mis notas encuentro: “Cualquier cosa que les perteneciera o cualquier papel escrito, aunque haya soportado mal el irremediable paso del tiempo, sirve de antídoto contra el dolor y la desesperación”.
Gervasio Sánchez ofrece también fotografías referentes a la localización de los restos, las fosas comunes y su posterior exhumación, lo que supone para muchos de los familiares el fin de un largo periodo de desesperación y búsqueda durante años e incluso décadas. 
"Desaparecidos". Gervasio Sánchez
Sandra Balsells: “Para ellos, cada fosa abierta es una herida cerrada; cada resto inhumado, un alivio anhelado”.
Iraq y Colombia son los principales países con mayor número de desapariciones forzosas. Es importante destacar un espacio que dedica el fotógrafo para los retratos. El trabajo muestra una serie de fotografías que retratan a familiares sujetando una fotografía del desaparecido, adquiriendo un gran protagonismo y haciéndonos partícipe del drama.
Tras este proceso de localización y exhumación, Gervasio Sánchez nos enseña a través de su ojo revelador fotografías donde los familiares identifican los cadáveres. Llama la atención las fotografías de aquellas personas doloridas que tienen el valor y se atreven a abrir los arcones para ver por última vez los huesos de sus seres queridos.
El fotógrafo hace una comparación de esta tragedia vivida en el mundo, señalando que, sin lugar a dudas, España está a años luz de Bosnia-Herzegovina, Colombia, Argentina o Guatemala. Aún así, 75 años después de la Guerra Civil y 35 años de la muerte de Franco, sólo se han abierto en España 231 fosas y se han recuperado 5.300 víctimas, muchas de ellas sin identificar.
Fotografía tomada en la exposición "Desaparecidos"
Para terminar este recorrido sobre la desaparición forzosa, Gervasio Sánchez finaliza con los trabajos de identificación antropológica y genética, donde pude observar fotografías de almacenes de restos humanos exhumados esperando a ser identificados. Este proceso de identificación puede durar días, meses, años, o incluso es posible que algunos restos encontrados no puedan llegar a ser identificados debido al deterioro o a la imposibilidad de encontrar a los familiares. En Argentina, por ejemplo, apenas unos centenares de desaparecidos han sido encontrados e identificados. Estos miles de restos humanos sin identificar permanecen almacenados en grandes bodegas.
Como visión global de la obra expuesta por Gervasio Sánchez, son muchas las cuestiones que surgen ante estas imágenes, y muchos los sentimientos transmitidos, sentimientos de muerte, desesperación, ausencia física, recuerdos…Todo esto sabe hacérnoslo llegar a través de los ojos del dolor.

 Fragmentos de Gervasio Sánchez recogidos de un artículo  de "El País":
  • “Este es Samuel, había soportado la amputación de sus manos y su lengua cuando fue tomada la foto en Freetown (Sierra Leona), en enero de 1999”.
  • “Estas niñas jugaban en el interior una furgoneta destrozada por las balas y las bombas en Sarajevo [marzo de 1994]. A la de la derecha pude localizarla quince años después por el gorro que llevaba. Estaba bien”, explica ante una de sus fotos más conocidas de la guerra de Bosnia.
  • “Los enfermos de cólera se morían y no había suero que ponerles en los hospitales. Algunos niños te miraban a la cámara mientras agonizaban… y en tres disparos pasaban de la vida y la muerte. Podías elegir los muertos o esperar la mejor luz porque nadie se quejaba o te molestaba”.
  • Dice Gervasio, frente a una sobrecogedora fotografía que muestra una niña junto a centenares de cadáveres de víctimas del cólera en una carretera de Goma (República Democrática del Congo), que un día de 1994 con Alfonso Armada se pusieron a contar los muertos en un trayecto de tres o cuatro kilómetros. “Contamos más de 1.500”, recuerda, asegurando que aquella fue sin duda la situación más horrible que ha vivido en su vida.